04 May Amor; ¿Corazón o Cerebro?
¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra?
Muchas veces nos hacemos esta pregunta y en la mayoría de las ocasiones se relaciona el amor únicamente con el corazón. Pues bien, antes de que una persona se fije en otra, el cerebro ya ha construido un molde de circuitos que determinarán lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra
Los síntomas de enamoramiento son el resultado de reacciones químicas del organismo que se inician en la corteza cerebral.
Las personas enamoradas sufren un síndrome muy parecido al de un trastorno obsesivo-compulsivo, ya que ambos fenómenos están asociados a un bajo nivel de serotonina en el cerebro. El cerebro movido por emociones produce sustancias químicas, llamadas hormonas endógenas (oxitocina, dopamina -droga del amor y la ternura-, feniletilamina, endorfina (equilibra las emociones), éstas sustancias hacen que la persona eleve su nivel de autoestima.
Cada una de estas hormonas interviene en una de las etapas del amor a continuación:
Etapas del amor:
- Deseo sexual: intervienen la testosterona y los estrógenos.
- Enamoramiento: se da en el cerebro medio y en esta fase los sentidos están adormecidos por la dopamina, aunque también intervienen otras hormonas.
¿Nos acostumbramos al amor?
Como se ha repetido, el enamoramiento acaba terminando. Al principio, al ser una situación nueva, la reacción ante dichas hormonas es muy intensa. La producción de las sustancias mencionadas va decayendo con el paso del tiempo. ¿Por qué? Básicamente porque nuestro cuerpo se acostumbra a dichas sustancias.
Esto ocurre normalmente al cabo de dos años, que es lo que muchos consideran como el final del enamoramiento.
En este momento es cuando aparecen otros componentes químicos, como las endorfinas, que producen una sensación de tranquilidad, comodidad o seguridad.
La siguiente etapa del amor ha llegado:
– La fase de la vinculación, del apego, de la intimidad o de la convivencia, según cada pareja.
Lo que sí está claro es que la relación cambia, y parece que nuestro cuerpo no reacciona tanto con esa euforia y esas reacciones fisiológicas intensas, sino con una búsqueda de seguridad y de serenidad al lado de nuestra pareja.
El amor no desaparece, sino que cambia y se adapta.
La convivencia en pareja puede ser sinónimo de desgaste.
Si no se gestiona bien, uno de los aspectos que más daño puede hacer es el día a día: el hecho de vivir bajo el mismo techo saca a relucir lo mejor y lo peor de cada uno.
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